Interhamwe

El Interhamwe era una guerrilla que se formó en Ruanda durante su guerra civil, formada en su mayoría por personas de la etnia hutu. El significado literal de la palabra Interhamwe es «Los que permanecen juntos» o «Los que pelean juntos». Se formaron originalmente como un grupo paramilitar en apoyo al presidente Habyarimana, a fin de hacer frente al avance de las ofensivas del Frente Patriótico Ruandés (RPF). Posteriormente estas fuerzas, junto con elementos de la Guardia Presidencial, fueron responsables de la muerte de cerca de 800.000 personas en el Genocidio de Ruanda en 1994 en contra de la etnia tutsi y los hutus moderados.

LOS MILICIANOS INTERAHAMWE

Los medios de comunicación han creado una imagen de los milicianos Interahamwe que no corresponde con la realidad vivida en Rwanda. Cuando se habla de ellos se los asocia directamente a los hutu y se los llama “los que matan juntos”. No se habla de sus motivaciones, de sus desesperaciones y de sus imitadores. Simplemente son, en la conciencia internacional, los genocidas de los tutsi y hutu moderados.

Etimológicamente, la palabra Interahamwe viene del verbo “gutera-hamwe” y significa “los que unen sus fuerzas para realizar un trabajo en común”. Pero la manipulación hizo que se entendiera como “los que matan juntos”. Esta palabra fue muy utilizada en la propaganda del gobierno de Habyarimana antes de la guerra para convocar a los rwandeses a trabajar juntos en la construcción del país a través de los trabajos comunitarios llamados “umuganda”.

A priori, ser Interahamwe no significa ser criminal, y mucho menos todo hutu es Interahamwe. Es cierto que la milicia progubernamental se llamó Interahamwe, y es cierto que esta milicia perpetró muchas matanzas tanto en el bando de los hutu como, sobre todo, en el bando de los tutsi. Fue creada a la sombra de quienes creían que las acciones del ejército para expulsar a los invasores eran insuficientes y aprovecharon la carga social del término Interahamwe para contrarrestar la fuerza de los Inkotanyi (combatientes intrépidos). Los milicianos se convirtieron en auténticos garantes de la seguridad del pueblo en ausencia de los soldados y gendarmes que estaban en los frentes (el mismo Kagame, en sus primeros años al poder, creó un cuerpo con la misma filosofía, el “Local defense” para defender a los civiles).

Los creadores de la milicia Interahamwe estaban convencidos de que el gobierno de Habyarimana no hacía nada contra los cómplices de los guerrilleros (ibyitso), muchos de ellos tutsi. Está confirmado que los milicianos elaboraron listas clandestinas de hutu y tutsi colaboradores de los Inkotanyi, y a muchos de ellos los asesinaron en cuanto tuvieron las vías libres. Hay que tener en cuenta que con la desaparición de los altos mandos del ejército junto al presidente en el atentado, los soldados perdieron la motivación para combatir a los rebeldes y empezaron a huir del frente y a desobedecer las órdenes de sus superiores. Los únicos motivados para combatir a los rebeldes, incluso sin experiencia militar, fueron los Interahamwe.

Temidos por los militares del gobierno, odiados y perseguidos por los Inkotanyi de Kagame, los milicianos se convirtieron en auténticos protectores de los civiles desorientados. De hecho, en los días previos a la victoria de Kagame el país se quedó completamente en manos de ellos. Aprendieron con prisa los métodos de los guerrilleros y sembraron el mismo terror que infundía el Frente Patriótico Rwandés a su paso. Los choques más violentos que recuerdan los rebeldes de Kagame no fueron precisamente a su encuentro con el ejército traicionado por sus mandos que negociaban con el Frente la rendición, sino con los milicianos que se consideraban capaces de ganar la victoria. En algunas zonas, los milicianos se enfrentaban al mismo tiempo al ejército gubernamental y a los invasores de Kagame. La guerra se saldó con muchos muertos, civiles, militares, milicianos y guerrilleros. Después de la victoria de éstos últimos en julio de 1994, moralmente no era aceptable por nadie que una victoria hubiera costado tantas vidas humanas. Había que explicar el porqué de tanta violencia. El ejército de Habyarimana tenía derecho a defender las instituciones gubernamentales, y en general no cometió asesinatos masivos de los civiles. Los guerrilleros de Kagame justificaban sus actos con la victoria militar. Sabían que nadie cuestiona a los vencedores, al menos en los primeros años. Para mantener su legitimidad moral en la guerra y limpiar la sangre fresca de sus manos, en connivencia con la comunidad internacional ansiosa de tapar su responsabilidad en el conflicto se construyó y se vendió a los medios de comunicación una nueva clase de los malos, los Interahamwe, a quienes responsabilizaron todos los crímenes cometidos en la guerra. Kagame se quedó como auténtico liberador a los ojos de la comunidad internacional. Fue nombrado “hombre fuerte de Kigali” por la prensa internacional y el pueblo rwandés asumió su grandeza y le rindió honores sin hacerse muchas preguntas. Así, los asesinatos de los Inkotamyi fueron purificados, y ellos mismos se convirtieron en víctima de la violencia de los hutu. Los líderes internacionales dieron por buena y justa la victoria de Kagame, en lugar de llevarle a los tribunales internacionales le dieron el pésame mundial. Así comenzó la nueva historia de Rwanda, con las víctimas convertidos en genocidas.

No hay que olvidar que fue Kagame quien invadió su país y provocó, desde el principio, muchas matanzas de los civiles. Comos sus guerrilleros eran mayoritariamente tutsi y no tenían piedad para con los hutu del norte, el miedo y el odio contra los tutsi fueron naciendo en el interior de los hutu, alimentándose de los discursos y canciones de hutu radicales. Las persecuciones de los hutu burundeses por parte del ejército tutsi no hacían que aumentar este resentimiento. La sed de venganza no tardó en extenderse incluso en los corazones más puros de los campesinos. Cuando nacieron los milicianos, el daño social ya era grande. Con la desafortunada agitación de Radio de Mil Colinas se culminó uno de los planes más abominables de la historia de la humanidad. Esta Radio que nació para contestar a los ataques y las manipulaciones de Radio Muhabura (la radio de los invasores) se ganó la denominación de Radio asesina, lavando la cara, una vez más, a Radio Muhabura que no es menos culpable en la exaltación de los asesinatos de los hutus que previamente llamaba enemigos de la paz (abanzi b’amahoro). Con la culpabilización de los Interahamwe Kagame se convirtió en liberador frente a Habyarimana que se quedó como asesino, por tanto, justificable su asesinato. El Frente Patriótico Rwandés salió del conflicto como un ejército disciplinado sin manchas de sangre frente a los asesinatos de los milicianos. El ejército gubernamental se quedó en el olvido, igual que Radio Muhabura. Si no fuera porque este ejército expulsado del territorio rwandés intentó varias veces volver a su patria desde Congo, hoy ya nadie hablaría de ellos. De hecho el Tribunal Internacional para Rwanda sólo juzga los actos cometidos por los milicianos y los antiguos militares que previamente convierten en padrinos de los milicianos. Kagame, al pedir la creación de este tribunal, limitó estratégicamente sus competencias en el tiempo (del 01 de enero al 31 de diciembre de 1994), justo el tiempo de la defenestración de sus adversarios. Difícilmente se entiende la elección de estos plazos. En los tres primeros meses de 1994 había un cese de combates en virtud de los acuerdos de Arusha y de la observación de los militares de la ONU. A partir de agosto 1994, es el Frente quien controlaba todo el país, por lo que difícilmente los milicianos hubieran podido seguir cometiendo sus asesinatos selectivos. Además la mayoría de ellos ya estaban refugiados en la selva congoleña. Sin embargo, testigos oculares afirman que los asesinatos masivos de los hutu siguieron después de la victoria de los tutsi hasta finales de 2007.